5 de enero - Hoy el viaje toca prácticamente a
su fin. Antes de salir de Gunn’s Camp hacemos una excursión en mokoro, de unas
dos horas de duración. En uno de los mokoros vamos Mike y yo, y en otro, el
guía de los alemanes. El paseo resulta apacible y relajante, sobre todo la
primera hora, cuando aún dura algo del frescor de la mañana. Primero vamos en
dirección contraria a la que hemos seguido estos días pasados, avanzando por
canales estrechos, golpeando a veces la vegetación que crece en el río. Cuando
vemos un hipopótamo que nos cierra el paso, damos la vuelta y seguimos en sentido
contrario. A las 10,40 cogemos la avioneta para llegar a Maun (un vuelo de unos
20 minutos de duración, menos movido que el de la ida).
Luego me toca esperar
casi tres horas en el aeropuerto de Maun, pequeño y sin nada de interés. El
vuelo de Air Botswana despega un cuarto de hora antes de tiempo y llega muy
puntual, aunque hay una cola importante en inmigración (al final ni siquiera me
miran los sellos del pasaporte, pero prefiero no haberme arriesgado a cruzar a
Zambia) y tardo también bastante en conseguir el equipaje (cambian la cinta por
la que sale sin avisar). Cojo el shuttle para ir al hotel, pero soy tan
despistado que me equivoco de hotel: como durante todo el viaje por Sudáfrica nos
hemos alojado en la cadena Protea me voy al Protea OR Tambo en vez de al
Premier OR Tambo, que tengo reservado. Por suerte, ambos están casi al lado y
el chofer del primer hotel me acerca. Preparo el equipaje para el día
siguiente, hago la facturación online, y consulto el correo electrónico, donde
tengo algunas fotos fabulosas que me envía Renuka, incluidas algunas que
hicimos en Chobe el día que compartimos “Game Drive”.
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